Las experiencias que vivimos a lo largo de la vida, sobre
todo en la etapa infantil, pueden tener una gran influencia en nuestro
desarrollo, e incluso generar impactos negativos en nuestro cerebro, en forma
de traumas e ideas intrusivas. La "curación" de estos puede ser
compleja. Estos recuerdos pueden presentarse en forma de sufrimiento en la
etapa adulta, y son un eco de aquellos episodios de gran intensidad y huella emocional
vividos en la infancia.
Cuando alguien ha vivido episodios de abuso físico o
emocional, o no ha recibido los cuidados necesarios por parte de sus figuras de
apego, es posible que más adelante sufra secuelas psicológicas. Sin embargo,
parte de la "culpa" de este daño es del mismo mecanismo que el
cerebro utiliza para protegernos de las situaciones complicadas.
Los recuerdos bloqueados
Ante determinadas experiencias dañinas y traumáticas, a
nivel fisiológico, se da una alteración en las estructuras cerebrales, así como
también una gran afectación a nivel emocional. Hay ocasiones en que aparece un
suceso y no sabemos cómo manejarlo y nos inunda una fuerte emoción negativa
fuerte y duradera.
En consulta me gusta pedirles a mis pacientes que se
imaginen que el cerebro es como un ordenador que contiene toda la información,
experiencias y memorias de su vida recogidas, organizadas y procesadas en
carpetas. Pero, cuando un suceso nos sobrepasa, las experiencias vividas quedan
almacenadas en otras redes de memoria distintas. Los recuerdos relacionados con
la experiencia negativa abrumadora han quedado bloqueados y fragmentados, como
si se hubiesen congelado, aislados del resto de carpetas organizadas. Ocurre
con estos recuerdos que no hemos tenido la oportunidad de procesar, ya que
nuestro cerebro nos ha querido ayudar apartándolos de nuestro día a día, porque
en el caso contrario nos generaría una emoción muy intensa difícil de soportar.
Pero... ¿qué ocurre? Pues que por esta ayuda que nuestro
cerebro nos proporciona pagamos un precio, ya que en un momento dado estas
experiencias serán activadas por un estímulo disparador, es decir, una nueva
experiencia o situación que nos hace reexperimentar lo ocurrido anteriormente
de manera inconsciente, y todo sale a la luz. A veces son pequeñeces que no
podemos controlar pero que nos hacen sentir como si realmente estuviésemos
reviviendo aquel momento.
Si bien la mayoría de recuerdos terminan siendo olvidados,
los que hacen referencia a este tipo de experiencias son demasiado intensos
como para ser olvidados sin más, pero no están lo suficientemente
contextualizados y vinculados a nuestras creencias, ideas y valores
predominantes como para poder formar parte de esa red de recuerdos a través de
la cual nos movemos con normalidad.
Un ejemplo de recuerdo traumático
Quizás con este ejemplo pueda entenderse mejor. Imagina un
niño que con 7 años tuvo un accidente de coche con sus padres. Los 3 estuvieron
muy graves pero finalmente pudieron salir adelante. En casa no se habló de lo
ocurrido, ya no sólo del accidente, si no de la lenta recuperación posterior en
la que sus vidas corrían peligro. No ha habido ocasión de explicar al niño lo
ocurrido, para que él pudiese comprender esa experiencia e integrarla en su
percepción de la realidad.
Este suceso se archiva en el cerebro, pero se guarda sin
quedar asociado a los pensamientos que le acompañaban aquel día y durante los
posteriores. Además, el cerebro, que es muy bueno con nosotros y siempre quiere
protegernos, recluye este evento en lo más profundo de él para que este niño
pueda continuar con su vida normal.
Pasan unos cuantos años y este niño cumple 18 años. Su mayor
ilusión es sacarse el carnet de conducir, pero en su primer día de clase
práctica y una vez montado en el coche, comienza a sentir muy ansioso y con
mucho nerviosismo, tanto que no se ve capaz de arrancar el coche y conducir,
sin saber por qué. Es en este momento cuando vuelve a experimentar lo que
ocurrió aquella tarde en la que él tenía 7 años.
Lo que ocurre es que a partir de una experiencia dolorosa
para la persona, la información queda almacenada en el cerebro de forma
disfuncional. Al archivarse de este modo, la información no puede ser integrada
ni utilizada por la persona.
En el caso de los niños que han sufrido maltrato,
negligencias o abandono, el cerebro aprende a protegerse y puede adoptar dos
modos de funcionar distintitos. Puede volverse un cerebro hipervigilante, es
decir, el cerebro se encuentra en constante alerta, incluso ante estímulos que
no son peligrosos ni ponen en riesgo la vida de la persona. Nuestro cuerpo
reacciona como si algo malo estuviese ocurriendo.
Pero esto no queda ahí; nuestro cerebro también puede
adoptar una forma contraria a la hipervigilancia, es decir, puede encontrarse
hipoactivado. En estas situaciones se bloquea, y puede que muchos de los
recuerdos relacionados con ese evento perturbador no los recordemos. Este
proceso permitirá individuo contar el suceso de una forma neutra sin carga
emocional, como separándose de él.
Ventajas e inconvenientes de esta protección
Que nuestro cerebro nos proteja de esta forma puede ser muy
ventajoso, ya que nos deja libre de sufrimiento y nos permite continuar con
nuestra vida, pero lo cierto es que a la larga tiene múltiples e incómodas
consecuencias.
Quizás las emociones de quien vive esta experiencia estén
anestesiadas, o puede haber momentos en los que se comience a sentir cierta
ansiedad y no sepa bien por qué. Posiblemente ha vivenciado algo que le ha
llevado a ese recuerdo oculto del pasado, por lo que si no se trabaja sobre
ello el efecto de este recuerdo puede aparecer una y otra vez.
En ocasiones, es muy complicado detectar que el daño del
pasado aún continua en el presente, ya que las emociones, y a veces también los
recuerdos, están disociados o bloqueados. Pero es importante trabajar estas
experiencias, ya que en algunos casos pueden propiciar la aparición de
trastornos. Recuerda, el pasado no se puede olvidar, pero sí trabajar sobre él
para que no lo reexperimentemos constantemente y continúe dañándonos.
Me agrada el aporte que das sobre este tema, ya que en mi opinión si estos traumas no se tratan con un especialistas en un futuro siempre traerá algo malo entre eso podría ser miedo a desarrollar alguna habilidad por algún trauma pero también lo veo de el lado de los niños que sufren violencia familiar el ver este tipo de problemáticas en una familia hace que el niño es su sibconciente guarde o reprima estas situaciones y cuando el niño se vuelve adulto y forma una familia esas situaciones que vivió en su familia las desarrolla inconscientemente por que es un patrón que va siguiendo y que. Un a se trató en su momento y la mayoría de las personas que están en esas situaciones por lo regular siempre traen ese patrón.
ResponderEliminarEsto reflejaría que si se borra selectivamente memorias sinápticas no asociativas sería imposible, dado que un el mecanismo neuronal responde por todas las formas de recuerdos sinápticos.
ResponderEliminarMe gusta tu aportación, al leer cada apartado del tema lo pude transportar a diferentes casos y en efecto las consecuencias son las mismas que nos compartes. Me hubiera gustado que al final plantearas cómo se podrían corregir estos "malos recuerdos" y así superar las actividades con los que se asocian con la finalidad de vivir plenamente.
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