Antiguamente se creía que el sueño consistía simplemente en la
disminución de la actividad cerebral que se produce durante la vigilia. No
obstante, en la actualidad sabemos que dormir es un proceso activo y muy
estructurado durante el cual el cerebro recupera energía y reorganiza los
recuerdos.
El análisis del sueño se lleva a cabo a partir de su
división en fases, cada una de ellas con sus características distintivas. En
este artículo describiremos las cinco fases del sueño, que a su vez se pueden
dividir en los periodos de ondas lentas y los de ondas rápidas, más conocidos
como “sueño REM”.
Las fases del sueño que propusieron Dement y Kleitman y que
detallaremos en este artículo se dan de forma continua mientras dormimos. El
sueño se estructura en ciclos, es decir, sucesiones de fases, de entre 90 y 110
minutos aproximadamente: nuestro cuerpo pasa por entre cuatro y seis ciclos de
sueño cada noche que descansamos de forma adecuada.
Durante la primera mitad de la noche predominan las fases
lentas del sueño, mientras que el sueño rápido o REM es más frecuente a medida
que la noche avanza.
Sueño de ondas lentas o no REM
El sueño lento constituye aproximadamente el 80% del sueño
total. Durante las cuatro fases que lo componen el riego sanguíneo cerebral
desciende en comparación con la vigilia y el sueño REM.
El sueño no REM se caracteriza por la predominancia de ondas
cerebrales lentas, que indican una actividad eléctrica disminuida en el sistema
nervioso central.
Fase 1: adormecimiento
La fase 1 del sueño, que supone menos del 5% del sueño
total, está constituida por los periodos transicionales entre la vigilia y el
sueño. No sólo aparece cuando nos estamos quedando dormidos sino también entre
los distintos ciclos del sueño.
En esta fase perdemos progresivamente la conciencia del
entorno. Frecuentemente aparecen pródromos de la actividad onírica conocidos
como alucinaciones hipnagógicas, sobre todo en niños y en personas con
narcolepsia.
Durante el adormecimiento se registran principalmente ondas
alfa, que también se dan cuando estamos relajados durante la vigilia, especialmente
con los ojos cerrados. Además empiezan a aparecer ondas theta, que indican una
relajación aún mayor.
Así, la actividad cerebral propia de la fase 1 es similar a
la que se produce mientras estamos despiertos, y por tanto en estos periodos es
habitual que nos despierten ruidos relativamente poco intensos, por ejemplo.
Fase 2: sueño ligero
El sueño ligero sigue a los periodos de adormecimiento.
Durante la fase 2 la actividad fisiológica y la muscular disminuyen
significativamente y la desconexión con el entorno se intensifica, de forma que
el sueño se vuelve cada vez más profundo.
Esto se relaciona con la mayor presencia de ondas theta, más
lentas que las alfa, y la aparición de los husos del sueño y los complejos K;
estos términos describen oscilaciones en la actividad cerebral que promueven el
sueño profundo, inhibiendo la posibilidad de despertarse.
La fase 2 del sueño es la más frecuente de las 5, llegando a
constituir aproximadamente el 50% del sueño nocturno total.
Fases 3 y 4: sueño delta o profundo
En el modelo de Dement y Kleitman el sueño profundo está
compuesto por las fases 3 y 4, aunque la diferenciación teórica entre ambas ha
perdido popularidad y hoy en día se suele hablar de ambas conjuntamente.
El sueño lento ocupa entre un 15 y un 25% del total;
aproximadamente un 3-8% corresponde a la fase 3, mientras que el 10-15%
restante se engloba en la fase 4.
En estas fases predominan las ondas delta, que se
corresponden con el sueño más profundo. Es por ello que estos periodos son
conocidos habitualmente como “sueño de ondas lentas”.
Durante el sueño lento la actividad fisiológica se encuentra
muy disminuida, aunque el tono muscular aumenta. Se considera que nuestro
cuerpo descansa y se recupera más marcadamente en estas fases que en el resto.
Muchas parasomnias son características del sueño de ondas
lentas; en concreto, durante estas fases se producen la mayor parte de los
episodios de terrores nocturnos, sonambulismo, somniloquia y enuresis nocturna.
Sueño de ondas rápidas o REM (fase 5)
Los movimientos oculares rápidos que se producen durante
esta fase le dan su nombre más conocido: MOR, o REM en inglés ("rapid eye
movements"). Otros signos físicos del sueño REM son la fuerte disminución
del tono muscular y el aumento de la actividad fisiológica, de forma opuesta al
sueño profundo.
También se conoce a las fases REM como sueño paradójico
porque durante esta fase es difícil que nos despertemos a pesar de que las
ondas cerebrales predominantes son las beta y las theta, similares a las de la
vigilia.
Esta fase constituye un 20% del sueño total. La proporción y
duración del sueño REM aumenta progresivamente a medida que la noche avanza;
esto se relaciona con la mayor presencia de sueños vívidos y narrativos durante
las horas que preceden al despertar. Del mismo modo, en la fase REM se dan las
pesadillas.
Se cree que el sueño REM es fundamental para el desarrollo
cerebral y la consolidación de recuerdos nuevos, así como su integración con
los que ya existían. Un argumento a favor de estas hipótesis es el hecho de que
la fase REM es proporcionalmente mayor en niños.